El otro día andaba yo metida en faenas casi olvidadas… sentada en el suelo, disfrutaba del regalo de poder jugar con una encantadora jovencita de cuatro años –Victoria se llama- (el regalo, obviamente, era jugar con aquella niña volviéndome yo misma una niña, porque cuando me levanté mis huesos me devolvieron el trato!!)
Entre los juegos habían unas ficha de aquellas que te presentan cinco dibujos, de los cuales, cuatro están relacionados y uno no… Victoria acertaba todo rápidamente, hasta que se encontró con un grupo de dibujos sobre la música: una nota, una guitarra, un micrófono, un tocadiscos y una estrella. Dudó un momento, pero directamente señaló el tocadiscos!! La respuesta no era correcta!! «Pero, Victoria… ??» Se me quedó mirando y me dijo: «¿qué es eso?» Me di cuenta de que posiblemente el diseñador de aquel juego los cuarenta ya no los cumplía… ella jamás había visto un tocadiscos, y por mucho que le explicara, posiblemente ya no lo pueda conocer (al menos, como yo lo conocí).
Eso forma parte de la espiral vertiginosa en la que se mueve el mundo… del mismo modo que yo nunca sabré -menos mal- lo que es no conocer el agua corriente y caliente siempre que uno quiera en su propia casa!
Pero lo triste es cuando te paras a pensar en que esta misma evolución también se lleva por delante cosas tan básicas como saber que un tomate crece en la huerta, de una planta, y no salen por floración espontánea en las neveras de las casas…
La primera vez (y única, de momento) que vi matar un conejo yo tendría unos 6 ó 7 años. Lo recuerdo perfectamente. Encaramada a una ventana de la masía de mi abuela en Cocentaina, a través de la mosquitera verde, en pleno agosto, vi pasar a mi abuela, por el sendero que bordeaba la balsa, junto a la caseta del perro (se dirigía a las conejeras). Al rato, regresó con un cuchillo que a mí me pareció una espada como mínimo, con un plato hondo metálico y con un conejo, agarrado de las orejas. Situó el plato en el borde de la balsa y lo degolló. La sangre, al plato! Nunca he podido borrar aquella imagen de mi mente. Aquel día no quise comer paella (eso dice mucho de mí… como muestra un botón: yo no llevaba muñeco de peluche de acompañante; llevaba una cuchara. Siempre. Si querían que me callara, no me daban un sonajero… me daban una cuchara!!).
No es que quisiera que Victoria, o mis sobrinos, o cualesquiera otros niños vieran aquello que yo vi… ¡no! (¿o sí, si implicase saber que para que un tomate sea rojo necesita sol y agua?)… Pero que estamos dando por hecho que saben lo que no saben y al final acabarán pensando que la patata y el pollo es un pack prefabricado en una probeta!
Bueno, sea como fuere, esta locura de evolución ya no hay quien la pare. Solamente a ratos, cuando usamos esa capacidad maravillosa que tiene el ser humano de abstraerse y retroceder a cualquier momento del tiempo, o de volar a cualquier lugar que uno sea capaz de imaginar! Entre vuelo y vuelo: Conejo con ajoaceite. Volverás a la tierra! 😉
Receta Conejo con ajoaceite
Según la forma tradicional
Ingredientes (para 1 persona)
2 bracitos ó 2 porciones de conejo
Ajoaceite
1 rama de romero y/o tomillo fresco
Hierbas aromáticas (mezcla de hojas secas)
Sal
Preparación
Ponemos sal a la carne y seguidamente un poquito de hierbas aromáticas secas. Cogemos el ajoaceite y embadurnamos todas las porciones de conejo, hasta que estén bien untadas. Disponemos la rama de romero en un lateral de la cazuela de barro e introducimos al horno, a 190ºC durante unos 30 minutos.
Servimos inmediatamente.
Receta Conejo con ajoaceite
Adaptación a Thermomix
35 min
Ingredientes (para 1 persona)
2 bracitos ó 2 porciones de conejo
Ajoaceite
1 rama de romero y/o tomillo fresco
Hierbas aromáticas (mezcla de hojas secas)
Sal
1/2 l de agua para el vapor
Preparación
1.- Ponemos sal a la carne y seguidamente un poquito de hierbas aromáticas secas. Introducimos en una bolsa de asar y disponemos sobre el recipiente Varoma. Reservamos.
2.- Ponemos el agua en el vaso y programamos 20 min/Varoma/vel cuchara. Con cuidado de no quemarnos, sacamos y embadurnamos de ajoaceite todas las porciones de conejo, hasta que estén bien untadas. Disponemos en una cazuela de barro junto con la rama de romero e introducimos al horno, a 190ºC durante 10 ó 15 minutos, hasta que veamos que se dora el ajoaceite.
Servimos inmediatamente.
Mi hermana y yo tenemos un recuerdo parecido de la matanza del cerdo en Portonovo. seguro que cuando te lea se acordara!!
Sí, pero… al jamón, jamón! ja,ja,ja. Gracias por leerme, Paloma. Un beso,
Gracias por el voto de confianza! Sí, está muy muy rico! Lo de las hierbas aromáticas, a mí es que me encanta el gustito… pero si solamente lo haces con ajoaceite, sin más, bien untado… espectáculo en tu paladar! (es como hacerlo al ajillo, pero más jugoso).
Un beso y muchas gracias por comentar!
Una receta sencilla y a la vez deliciosa.
Me la apunto para probar.
Saludos
¡Fácil y sabroso! Aquí hace tiempo que no consigo conejo. Cerca de mi casa había, hay porque todavía existe, un sitio donde compro pollos y huevos, y compraba conejos ¡caros! pero ya hace tiempo que no los veo.
Tu historia me recordó a mi abuelo que criaba conejos en el patio de su casa. Todos los viernes mataba uno, ¡no de manera tan cruenta como tu abuela! con el mazo del mortero le daba un golpe seco en la nuca ¡y listo! Me daba dos pedazos para mi hijo cuando estaba pequeño. Y si, hoy en día todo va tan de prisa. Recuerdo, no hace tanto de eso, que los primeros móviles parecían un ladrillo, hoy en día hacen de todo. en fin, hay que amoldarse a lo que viene. Un abrazo
La carne de conejo no se come en muchos lugares más fuera de España… en Inglaterra, por ejemplo, no se encuentra. De todos modos, ayer mismo dos amigos míos que no se conocen entre ellos, me confirmaban que iban a preparar la receta con pollo. Uno al mediodía, para comer y otro por la noche para cenar. Me dijeron que en su casa se chupaban los deditos!! así que quizá la idea sirva igualmente para hacerlo con pollo, si no te gusta o si no dispones de conejo!
Mi abuela no es que fuera cruel, es que era una cocinera que aprovechaba todo de cada ingrediente! El motivo por el que degollaba al pobre bicho era para aprovechar la sangre! Ahora eso ya no se hace y está prohibidísimo por sanidad. En las carnicerías y comercios hoy día se puede encontrar la sangre hervida para preparar platos, algunos muy ricos y tradicionales, como la «sang en ceba» (sangre con cebolla) o la «pilota negra de Nadal», típica de Alcoy y que se helabora con sangre en los pucheros navideños (la receta está publicada en este blog)… Pero antiguamente se vendía fresca, y quien aún criaba animales, la obtenía directamente.
En cualquier caso, pertenece a una época que los niños de hoy ya no conocerán. Lo triste es que no vean con sus ojos cómo crecen los tomates en las matas, las mazorcas en sus cañas, erguidas como lanzas… que no sepan a qué huele la tierra mojada cuando se riega un campo, que no hayan descubierto nunca una berenjena, un pepino, una vaina de guisante entre las hojas de las plantas… Conozco algún caso en que al preguntar a un niño «¿de dónde salen las verduras?» que contestara: «del supermercado»…
Y sí, yo también recuerdo los móviles como ladrillos!! ja,ja,ja… de eso no hace tanto tiempo, tienes razón! Gracias por compartir tus recuerdos y tus experiencias. Siempre un placer leerte. Un beso,