El colesterol y los triglicéridos son dos tipos de lípidos, o grasa, que circulan en nuestra sangre. Ambos son necesarios para nuestro organismo. El colesterol es necesario para la construcción y el mantenimiento de partes esenciales de nuestras células (como las membranas celulares) y para producir diferentes hormonas. Los trigligéridos, que son cadenas de ácidos grasos de alta energía, proveen a nuestros tejidos de mucha de la energía que necesitan para su funcionamiento. En realidad no podríamos vivir sin ellos.
Pero cuando los niveles sanguíneos de colesterol o de triglicéridos son elevados, el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular aumenta significativamente.
De dónde vienen el colesterol y los triglicéridos
Hay dos fuentes de colesterol y triglicéridos: nuestra dieta y nuestra producción endógena.
El colesterol y los triglicéridos de la dieta los ingerimos al comer, fundamentalmente carne (sobretodo embutidos, tocinos…) y productos lácteos no desgrasados. Estas grasas las absorbemos a través del intestino y son llevadas por la sangre hasta el hígado, donde son procesadas.
Una de las funciones principales del hígado es asegurar que todos los tejidos de nuestro cuerpo reciben el colesterol y los triglicéridos que necesitan para funcionar. En general, durante las 8 horas posteriores a una comida, nuestro hígado adquiere colesterol y triglicéridos de la dieta extrayéndola de la sangre circulante. Cuando estos triglicéridos y colesterol de la dieta no están disponibles, nuestro hígado los produce él mismo (de ahí que saltarse comidas no sea nada beneficioso y además no ayude a adelgazar sino todo lo contrario. Está demostrado que al someter nuestro cuerpo a ayunos por evitar comidas, aumenta la producción de insulina –que a la larga aumenta el riesgo de padecer diabetes- y también de colesterol endógeno.)
Cerca de un 75% del colesterol de nuestro cuerpo es producido por el hígado, por ello es posible tener los niveles altos aunque nuestra dieta sea baja en grasa. La cantidad de colesterol que producimos está determinada por muchos factores y uno muy importante es el factor genético. Otros factores que lo aumentan son la obesidad, la vida sedentaria, ser fumador, ser hombre o ser mujer postmenopáusica. Enfermedades como la diabetes, el hipotiroidismo, la insuficiencia renal o hepática y cierta medicación como los corticoides y la progesterona también lo aumentan.
Hay estudios que demuestran que a partir de los 18 años ya empezamos a acumular placas de ateroma en nuestras arterias. Por esto es muy importante que nos preocupemos por nuestros niveles en la sangre y lo hagamos incluso antes de llegar a los cuarenta.
¿Qué miden los test de sangre cuando analizan el colesterol?
Nuestro hígado une el colesterol y los triglicéridos a unas proteínas especiales y las libera al torrente sanguíneo como paquetes en forma de pequeñas esferas llamadas lipoproteinas. Así pueden ser transportadas a las células de todos nuestros tejidos que extraeran el colesterol y los triglicéridos para poder utilizarlos.
Las analíticas miden los niveles de lipoproteínas en la sangre.
Hay varios tipos de lipoproteínas:
– Quilomicrones (grandes partículas esféricas que transportan los triglicéridos y el colesterol desde el intestino, a través del sistema linfácito, a la sangre).
– Lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL): poca proteína+mucha grasa.
– Lipoproteínas de baja densidad (LDL). Se producen en el hígado a partir de las VLDL.
– Lipoproteínas de alta densidad (HDL): mucha proteína + casi vacía de grasa, casi “huecas”.
¿Colesterol «bueno» y colesterol «malo»?
El colesterol LDL (en realidad son las lipoproteínas de baja densidad) es conocido como el colesterol “malo” ya que es el responsable de la formación de placas en nuestras arterias. Esto ocurre cuando estas lipoproteínas llevan demasiado colesterol, entonces se adhieren a la pared de las arterias, atraviesan la primera capa de su recubrimiento interno y se quedan allí produciendo una especie de “depósito interno” que reduce el diámetro del vaso sanguíneo y que pueden obstruirlas completamente (causando infartos cardíacos, cerebrales y a nivel de otros órganos y tejidos) o romperse, creando un coágulo que puede llegar a desprenderse y provocar una trombosis con los mismos resultados.
Esta imagen -obtenida en Wikipedia- muestra la formación progresiva de la placa de ateroma en las arterias.
En cambio, el colesterol HDL (el “bueno”) puede reparar parte del daño. Las lipoproteínas HDL se producen en el hígado y son esferas de proteína casi huecas. Por ello son capaces de “rascar” las paredes internas de las arterias y llevarse con ellas parte del colesterol depositado en las placas así como el exceso de colesterol de las células de los tejidos. Ese colesterol lo llevan al hígado donde es procesado.
La evidencia actual sugiere una reducción en el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares en personas que tienen valores altos de colesterol HDL y por otro lado el riesgo está aumentado en personas con niveles elevados del colesterol LDL, así como también si son los triglicéridos los que están elevados.
¿Cómo podemos reducir los niveles de colesterol LDL y triglicéridos?
La primera medida sería una dieta baja en grasas, evitando las grasas animales pero también las grasas “trans” (aceites vegetales parcialmente hidrogenados que además de aumentar el colesterol malo reducen el bueno) . Estas grasas están presentes en los productos de bollería-pastelería industrial (donuts, galletas,productos con coberturas de chocolate, pastelitos y crackers), patatas “pre-fritas”, es decir, las que vienen congeladas para freir que son las utilizadas en la mayoría de restaurantes…
Además se recomienda realizar ejercicio regular, dejar de fumar, y controlar nuestros niveles de azúcar y nuestra tensión arterial.
Si todas estas medidas no son suficientes para reducir los niveles entonces puede ser necesario instaurar tratamiento médico.
¿Cómo podemos aumentar los niveles de colesterol HDL?
El ejercicio físico regular y los ácidos grasos omega 3 y 6 (presentes en el aceite de oliva, los frutos secos naturales y el pescado azul) pueden aumentarlo. También se recomienda uno o dos vasos pequeños de vino tinto al día con las comidas.
El zumo de arándanos rojos parece tener este efecto también.
Muy buenos consejos!
Gracias, Ernesto, por tu comentario.Un saludo.Rosa.
Rosa, tengo una duda: Dices que «Cuando estos triglicéridos y colesterol de la dieta no están disponibles, nuestro hígado los produce él mismo (de ahí que saltarse comidas no sea nada beneficioso y además no ayude a adelgazar sino todo lo contrario).» La pregunta es: Y cuando están disponibles, porque hemos comido y hemos aportado esas grasas, entonces nuestro cuerpo se abastece de la comida ingerida… y es bueno comer, pero ¿cuándo sabemos que nos hemos pasado en los niveles necesarios? ¿Cómo controlar la línea de «suficiente» o «exceso»? No sé si me explico muy bien… Gracias!
Gracias por tu pregunta, Paloma.Te explicas perfectamente y tu pregunta es muy acertada. Te explico: La producción endógena de colesterol es un proceso contínuo. De hecho, y entrando en más detalle, habría que aclarar que el colesterol sufre un proceso de «autoreciclado». El hígado elimina el exceso de colesterol que produce excretándolo en la bilis, que es segregada al intestino para facilitar la digestión (la bilis contiene sales biliares que emulsionan las grasas para que el intestino pueda absorberlas pero también lleva colesterol, hormonas y agua).Cerca del 50% del colesterol excretado es absorbido por el intestino. Lo que pasa cuando entra el colesterol de la dieta es que se reduce la producción endógena.Esto es un proceso autorregulado. Incluso con una dieta baja en grasa proveemos a nuestro cuerpo del mínimo necesario para que tenga la cantidad suficiente de colesterol. Por eso realmente no necesitamos más colesterol que el que obtenemos con una dieta sana. Un ejemplo práctico sería: un huevo a la plancha mejor que 2 fritos y unas verduras para acompañarlo mejor que 2 rodajas de bacon. Esa es la «política» de evitar los excesos. Ahí está la línea roja y el sentido común que tenemos, que sabe más de lo que creemos. Espero habértelo aclarado. Un saludo.
hola, sabes yo tengo problemas con el estomago, no me detectaron nada respecto a gastritis, pero lo que si tengo en los exámenes es elevado en triglicéridos, y normal en colesterol, yo consumo regularmente frutas, en mi alimentación normalmente desayuno avena, almuerzo bien y para la cena solo un lonche ligero, y estoy con peso por encima de lo debido mi estatura es de 1.71 mt y mi peso es de 78 kl. no consumo alcohol, salvo algún compromiso pero en muy poca cantidad, y muy rarar vez frecuencia una vez cada tres meses o cuatro, me preocupa mi problema del estomago por que tengo un desorden total es mas ya aprendi a convivir con esos cambios, muchos gases, aparte me duele la espalda baja, supongo que debe ser por que en los análisis de orina encontraron cristales, posibles cálculos, el medico me dijo que podía tener hígado graso, a eso se sumaria lo de los cálculos, pero la pregunta es todo esto seria causa de mi malestar estomacal, o debo hacer un chekeo del estomago, q probablemente, sea colon irritable
Hola Heber, gracias por tu comentario.
Paso a contestar tus cuestiones.El que tengas oxalatos en orina no significa que tengas cálculos renales y no creo que sea la causa de tu dolor bajo de espalda. El hígado graso es muy común y tampoco da dolor. Tus síntomas sugieren un problema de intestino y no de estómago. Es posible que tengas alguna intolerancia alimenticia o que, como dices, puede que tengas colon irritable. Te recomiendo que veas de nuevo a tu médico y si no llegas a ningún puerto, veas a un gastroenterólogo. Hoy en día se hacen análisis de sangre muy precisos para detectar y cuantificar las intolerancias a casi todos los alimentos.
Buena suerte y espero que te mejores.
Un saludo.