Las dietas de adelgazamiento (parte 1)
Un año más tras las fiestas de Navidad llega el temido “cara a cara” con la báscula y el firme propósito de empezar una dieta para perder peso. La lista de opciones para elegir dieta es interminable. De hecho, cada pocos meses aparece una dieta nueva que proclama ser ”la que funciona” y que, para cuando llega a España, ya ha cosechado miles de seguidores por todo el mundo, otros tantos miles de libros vendidos y “resultados probados” con el ejemplo de varias actrices de Hollywood que han pasado del sobrepeso preocupante a la talla “pasarela” en un abrir y cerrar de ojos.
Pero, incluso quienes de vosotros habéis seguido alguna de estas dietas en alguna ocasión y, en efecto, habéis conseguido perder peso, ¿habéis logrado manteneros en ese peso desde entonces? Es probable que la mayoría de vosotros responda: “No”.
Y os preguntaréis: ¿Por qué es tan difícil perder peso y más aún mantenerse en ese peso logrado?.
La respuesta es compleja pues hay varios factores que contribuyen a ponernos las cosas difíciles, algunos están en nuestras manos (como el esfuerzo y el sacrificio) pero otros dependen de nuestra genética y de nuestro sistema neuroendocrino y están lejos de poder ser corregidos a voluntad.
En la primera parte de este artículo intentaré explicaros las razones por las que hacer dieta suele funcionar sólo a corto plazo y algunas cuestiones básicas para entender por qué lo importante es modificar nuestro estilo de vida.
La Fisiología cuenta
Mantener una dieta a largo plazo es muy difícil, sino imposible, sobretodo si es una dieta estricta. Aunque tengamos una voluntad “de hierro” tarde o temprano ésta flaquea y además hay razones fisiológicas que contribuyen a ello:
En 1994 , con el descubrimiento del clonaje, se descubrió el gen de la obesidad 1 (ob1) pero también una hormona, la leptina, que se produce fundamentalmente en el tejido graso.
Su nombre deriva de la raíz griega leptos que significa delgado, lo que se debe a su evidente función en el control del peso corporal a través de la regulación del apetito y la termogénesis (la capacidad de generar calor en el organismo debido a las reacciones metabólicas).
El hipotálamo (la glándula endocrina situada en el centro del cerebro y que segrega al menos 9 hormonas) parece ser el principal órgano diana, y la leptina actuaría como una señal que informa a los centros reguladores del balance energético la cantidad de tejido graso almacenado, lo que trae consigo la disminución de la ingesta calórica y el aumento del gasto energético.
Así, uno de los efectos de la leptina en nuestro organismo sería reducir el apetito.
Pues bien, parece que la leptina disminuye enormemente tras la pérdida de peso. Esto aumenta el apetito y reduce el metabolismo contribuyendo a recuperar el peso perdido rápidamente tras concluir la dieta.
De hecho, cuanto más drástica es la dieta y más rápido perdemos peso, mayor es la disminución de los niveles de leptina.
Las mujeres poseen mayor proporción de grasa subcutánea (altamente secretora de leptina) que los hombres. Probablemente estos niveles altos de leptina contribuyen a la alta persistencia de los depósitos grasos en la mujer (destinados a hacer frente a situaciones de embarazo o lactancia), incluso, en situaciones adversas como períodos de restricción calórica.
Hay estudios que demuestran que la deprivación del sueño reduce también los niveles de leptina. De ahí lo importante que es el dormir lo suficiente, sobretodo si intentamos perder peso.
Factor ejercicio físico
Algo importante a tener en cuenta a la hora de entender porqué se recupera tan rápido el peso perdido es que al perder gran cantidad de peso se pierde grasa pero también masa muscular (si no realizamos ejercicio de trabajo muscular que compense esta pérdida).
Al reducirse la masa muscular se reduce el gasto calórico basal, es decir, las calorías que consume nuestro cuerpo cuando está en reposo y que utiliza para mantener nuestras funciones vitales: la respiración, la circulación, la función de los órganos digestivos, los riñones, etc. No funcionamos “a pilas”, nuestro combustible son los alimentos.
Introducir y mantener a largo plazo una rutina semanal de ejercicio físico como parte de nuestra forma de vida es un factor esencial si queremos tener el tema del peso bajo control.
Mucha gente ha intentado perder peso a base de hacer ejercicio incluso diario sin resultados en la báscula. Es comprensible la frustración que esto supone, sobretodo por el sacrificio que conlleva emplear ese tiempo y ese esfuerzo. ¿Por qué el ejercicio per se no es tan efectivo?
La respuesta es que a la hora de perder peso la dieta tiene el 75% del éxito comparado con el 25% del que tiene el ejercicio físico. Además, realmente depende de qué tipo y qué intensidad de ejercicio se realiza.
Otra cosa es que para mantener ese peso el ejercicio físico va a cobrar gran importancia sobretodo si conseguimos incrementar nuestra masa muscular. Nuestro metabolismo basal aumentará y nuestros requerimientos calóricos seran mayores que antes. Así funciona.
Es verdad, como habréis oído más de una vez que no es cuestión de hacer una dieta, hay que cambiar “el chip” y realizar cambios en la forma de comer y en nuestro estilo de vida de manera permanente. Esto sí está en nuestras manos.
Los cambios en nuestra dieta tienen que pasar por comprender algo muy básico y muy importante: si ingerimos más calorías de las que quemamos al día el exceso se va a acumular en forma de grasa en nuestro tejido adiposo. Básicamente son Matemáticas aplicada a la Bioquímica de nuestro organismo pero que necesita del apoyo de una “Filosofía” de vida .
En la segunda parte de este artículo os hablaré de algunas dietas como las dietas de “choque” y en la tercera parte intentaré daros algunos consejos para reducir y mantener la pérdida de peso de una forma sana.
Me ha sorprendido lo del dormir lo suficiente para perder peso. Que fantastica idea! Por fin algo agradable que no engorda! Estoy deseando leer la segunda parte de tu articulo!
Hola Paloma,
Muchas gracias por tu comentario.
Sí, efectivamente es agradable darse el gusto de dormir más si además nos ayuda con el control del peso.
Y otro dato interesante: Un estudio realizado recientemente en 1088 pares de gemelos idénticos y no idénticos (es decir, con genes exactamente iguales y con genes ligeramente diferentes) concluye que dormir más de nueve horas por noche parece reducir la expresión de los genes de la obesidad heredados que predisponen al aumento de peso.
Además, te puedo asegurar que si duermes 9 horas al día vas a tener más energía y te vas a sentir mucho mejor. Prueba y verás.