Esta receta surgió de la manera de inventarse una receta apetecible para un catering en el que trabajé hace poco. Querían «un bocado» (típico del catering, claro!), muy sabroso, que permaneciera hecho un día entero y solamente con calentarlo se pudiera comer como acabado de hacer!
Yo nunca había comido fajitas. Sin embargo, las que se industrializan deben estar tan sumamente poco apetecibles, que siempre que preparo las mías son un triunfo absoluto, son un requerimiento para otros eventos y un reclamo para que los invitados que no están convencidos en acudir, finalmente caigan irremediablemente rendidos: minifajitas de pollo.
Simplemente las presento. Os doy la receta. Es crujiente, sabrosísima, llamativa, convincente… Siento comunicar que no es ideal. En general, porque está basada en una dieta desequilibrada, pobre en calidad en hidratos de carbono y por tanto en glucosa, que nos van a permitir tener un hambre atroz al final de día…. Y de momento con eso me quedo!
Esta receta se la preparo muy a menudo a Guillem. Es un jovencito encantador al que le apasiona el fútbol. También le apasiona el picante y estas minifajitas de pollo… Así que va por él. Para que siempre puedas tener esta receta y puedas prepararla por ti mismo. Es un regalo que te brindo, para cuando crezcas, eches de menos las fajitas y quieras elaborarlas para ti! Que gane el Valencia! Siempre!
Receta Minifajitas de pollo
Según la forma tradicional
Ingredientes (para 20 fajitas)
1 paquete de 10 fajitas de trigo (se comercializan en todos los supermercados habituales)
1 pimiento grande verde
1 pimiento grande rojo
1 sazonador para fajitas (se comercializa en los mismos supermercados habituales donde venden las fajitas)
1 cebolla grande
3 cucharadas de salsa de tomate
1/2 kg de carne de pechuga de pollo troceada a tiras finas
AOVE
Sal
Preparación
1.- En una sartén, salteamos la cebolla con un chorro de aceite de oliva virgen extra (AOVE) previamente cortada a medias lunas.
2.- Cuando esté la cebolla a medio dorar, añadimos los pimientos cortados en tiras. Primero el verde y al cabo de unos minutos, el rojo. Salteamos y dejamos que pochen. Cuando estén blandos y algo dorados, sacamos y reservamos.
3.- Pasamos las tiras de pechuga de pollo por la sartén caliente, con un chorro de AOVE y una pizca de sal. Si sacan mucho líquido, escurrimos, retiramos y volvemos a pasar para que doren.
4.- Después, añadimos las verduras escurridas reservadas y agregamos el sazonador y la salsa de tomate. Salteamos todo a la vez mezclando bien y reservamos.
5.- Cogemos las fajitas de trigo, las partimos por la mitad y hacemos un cono con cada una de las partes. Para que el cono aguante la forma sin deshacerse, hemos insertado un palillo, que le ayude a mantener la forma. Ese cono, como para un cucurucho, lo llenamos del mezcladillo de pollo y verduras que tenemos reservado.
6.- Lo metemos en el horno a 180ºC, y cuando empiece a dorarse, lo sacamos. Habrá quedado crujiente la capa de la masa. Sacamos del horno, quitamos los palillos que mantenían fija la forma y a comer!!
¡Buenísimas!Yo las suelo hacer también, aunque nunca había probado lo de dejarlas hechas y ponerlas al horno. Lo haré.
Y te incluyo mi truco : tortillas integrales.
Dejarlas hechas, pero crudas! Y hacerlas al horno. Quedan crujientes y riquísimas!
Lo de las tortillas integrales también lo he probado. De sabor, muy buenas (igual que las otras). Pero si lo dices por los carbohidratos, me da a mí que estamos en las mismas… Te explico por qué: las fajitas industriales que venden como integrales solo llevan salvado añadido. Es decir, no se muele el grano entero y se incluye 100% en la elaboración de la tortilla, sino que se utiliza harina de trigo refinada y luego se le añade salvado. Eso es -cuanto menos- igual de poco beneficioso que tomarla de harina refinada, porque sigue sin llevar lo esencial que tienen los granos: aceites, minerales y oligoelementos, por lo que para que nuestro cuerpo pueda digerir bien este «alimento», necesitará robar calcio y otros minerales de las reservas que tiene en nuestros huesos, músculos, etc. Por lo que al final, nos desmineraliza. Lo integral ha de ser completo, o no vale para nada.
Y es que esta sociedad con tal de vender, nos cuenta metiras como puños. Así que, a no ser que hayas descubierto alguna marca que lo haga (lo dudo) o las compres de algún horno que te garantice que las hace con harina integral de verdad, me temo que cuando etiquetan «tortita integral» es simplemente mentira.
Ahora, ricas… están un rato!
Espero que mi respuesta no te quite las ganas de seguir leyéndome. Un beso muy grande, Ana.
Seguro que no! Las comeremos blanquitas o marroncitas (del color que nos las vendan)