Parece un brevaje demoníaco, una pócima para la eterna juventud o un preparado mágico al más puro estilo vanguardista de lo que fuera la manzana de Blancanieves… todo, menos una crema morada de marisco, deliciosamente compuesta por sabores de mar.
Esta receta me la pasó Lourdes Bonmatí, una amante de la cocina y cuya madre -como lo fuera la mía, y yo misma- era de Alcoy. Ella me copió en un pen un montón de recetarios que atesoraba. Entre ellos, estaba el de su madre. Cuando con el tiempo los he ido desmenuzando, he encontrado recetas de nuestra tierra, que hacía tiempo buscaba y no había conseguido todavía. Para mí son mis raíces, mis sabores y parte de mi historia. Gracias por haberlo compartido conmigo, Lourdes.