Ya sabéis que cada receta que publico suele tener una anécdota, porque cada una de ellas se ha ido incorporando a mi vida, a través de los años… así, cada una tiene una historia, que suelo contaros a modo de “intro”: a veces por cómo llegó a mis manos, o por a quién me recuerda, o dónde la probé por primera vez… En esta ocasión, la anécdota viene de la mano de la foto de cabecera. ¡Cuánto nos reímos haciéndola!: la mano masculina es de Jesús, mi marido. La femenina, la de mi hermana Rosa…
Helado Nacional
Mis dos abuelas se llamaban igual: Rosa. Era costumbre de entonces que el primogénito del mismo sexo heredara el nombre. Así, mi tía (por parte de padre) y mi madre se llamaron de igual modo. Nació mi hermana y con ella alcanzaron a ser cinco las Rosas en la familia. Por supuesto, el 30 de Agosto (día de Santa Rosa de Lima en aquellos años, pasado posteriormente al 23 del mismo mes) era motivo de celebración, por todo lo alto.