Este plato irremediablemente me hace retroceder casi cuarenta años en el tiempo, cuando los domingos que hacía bueno, ya desde el comienzo de la primavera, mis padres cargaban el coche con sillas, mesas, nevera, sombrillas, hamaca (una hamaca que por cierto tenía nombre propio: tin-tán), abuelos, niños y hermosas fiambreras llenas de pollo en pepitoria -todo ello al más puro estilo de dominguero español de pura raza, grandemente llevado a la pantalla como nadie lo hiciera mejor por Alfredo Landa- y nos íbamos todos a pasar el día a El Saler, la conocidísima zona de pinos (hoy declarada parque natural) que crece a 15 kilómetros de la capital de Valencia, entre el mar y la Albufera.